"Dedicado a todos los que siguen queriendo ser diferentes y luchan contra aquellos que desean que seamos iguales"

14 de marzo de 2016

Otro once de marzo más.

Querido abuelo, soy yo, tu nieta, Patricia.


¿Has visto que mayor estoy? Sé que el destino, o yo qué sé que pudo ser, no me permitió conocerte, pero te aseguro que siento que si lo hice.
Solo te escribo para decirte que lo hiciste muy bien. Fuiste el mejor padre y el mejor marido del mundo, y eso sí que lo he conocido bien.


La abuela está algo débil, los años pesan mucho, a veces demasiado, pero sigue siendo la más valiente y la persona con más coraje que conozco. Puedo asegurarte que siempre ha sido, es y será mi ejemplo a seguir. 


Tus hijas son unas campeonas. Muy cabezotas, no sé de quién lo habrán heredado, pero son increíbles. 


Mi mamá es la mejor. Gracias por hacer de ella una persona tan increíble. Sé que estarás orgulloso de ella porque yo lo estoy a cada segundo. ¿Sabes qué tienes tres nietas? Si, tres. ¡Y todas chicas! Si ya era una locura tres mujeres en casa, ¿te imaginas a seis? Como habrías disfrutado. 


Yo tengo a mi lado al mejor regalo que pudo darme la vida. Intentaron arrebatármelo, pero algo dentro de mí me dice que tú no lo permitiste, porque nos ves desde ahí arriba, y disfrutas como si estuvieras abajo. Pero no es lo mismo. 


Abuelo, te echo tanto de menos. Y si, tú eres el mejor ejemplo que puedo poner, porque no hace falta haberte conocido para que duela cada 11 de marzo. 
Soy fuerte, te lo prometo. Soy fuerte porque tus mujercitas me han enseñado a serlo. Y te prometo, que jamás dejaré de serlo. 


También soy feliz. Igual no tengo todo, pero me basta con esto. Porque si algo me han enseñado, es que es mejor disfrutar con lo que uno tiene que sufrir por lo que no. Y yo soy feliz cada día.


Ya son 27 años. Demasiado tiempo. Te fuiste tan rápido. Pero tranquilo, que el día que me encuentre contigo pienso darte el mayor abrazo que te hayan dado jamás. 
Espérame. 


Te quiere mucho, tu bicho.


16 de enero de 2016

Las perdidas no se superan.

En realidad morir es fácil. Se te para el corazón y ya está. Lo jodido es que se mueran los que están a tu alrededor, mientras tu sigues viviendo, porque eso duele. Morir no.
Las perdidas nunca se superan, ni el tiempo lo cura todo ni todas esas chorradas. Lo único que hace el tiempo es crear costumbre, y el dolor, que es tan intenso al principio, poco a poco se va haciendo tan constante que pasa a formar parte de ti. Como ese lunar que te extraña la primera vez que lo ves, pero que con el paso del tiempo ni te das cuenta de que está, porque ya te has acostumbrado a verlo ahí siempre.
Igual todo esto suene demasiado informal, algo muy serio, como es dejar la vida, explicado con algo tan simple como un lunar, pero ¿si no nos lo tomamos nosotros así, quien va a hacerlo? Ellos ya se han ido, y por desgracia no van volver, ahora nos toca disfrutar a nosotros para que después lo hagan otros en nuestro lugar. 
Suena complicado, es normal. ¿Crees que a mi no me da un pinchazo cada vez que algún recuerdo suyo me invade? Por supuesto. Pero ese pinchazo no va a acabar conmigo. No así.
Ahora el pinchazo es más doloroso. Es doble, pero eso me hace ser fuerte y vivir más. 
Olvidar no voy a olvidar jamás, eso que quede claro. Pero, como el tiempo, se hace costumbre. 
Porque las perdidas no se superan, pero el tiempo ayuda a que consigas vivir sonriendo a esos recuerdos por muchos pinchazos que intenten destruirte por dentro.

Tito, Alberto, os echo de menos.

3 de octubre de 2015

Emociones.

Hace poco me dijeron que si era capaz de transmitir y emocionar al mundo con las sensaciones al mirar un simple bolsa, seria capaz de cualquier cosa. Pero a veces creo que no siento nada. No puedo.

Siento que estoy vacía, como esa bolsa blanca, desgastada, con algún agujero, que vuela libre dejándose llevar por el viento de este frío invierno que llega avisado por el otoño. 


La vida está llena de momentos. Tu eres quien decide. Puedes hacerlos únicos, o simplemente vagos recuerdos.


He visto nacer, crecer, avanzar, caerse, levantarse y morir. Se puede decir que en mi corta vida lo he visto todo. 

He visto los abrazos más sinceros y las lágrimas más verdaderas en la mismísima puerta de un aeropuerto, al igual que las mas falsas a las puertas de un hospital o un cementerio. He visto la verdadera nostalgia y la tristeza al echar de menos.
He perdido a personas demasiado pronto, he sentido todo esto que he tenido la suerte o la desgracia de ver.

Pero a pesar de todo esto, a pesar de que pueda parecer que esto llena a las personas, sigo sintiéndome vacía, como esa bolsa blanca, en cada momento más agujereada, que sobrevuela el cielo de Madrid castigada por este otoño que da paso al frío invierno. 





22 de septiembre de 2015

¿Hay trato?

Me gustaría desaparecer. Irme sin avisar. Poder comprobar si me echarías de menos. Si pensarías que estoy haciendo en ese momento, si pienso en ti, en lo que fuimos, en lo que ya no seremos, en lo que nos quedó sin hacer, en lo que hicimos. Si tu desaparecieras, si te fueras sin avisar, todo seria diferente. No haría falta comprobar nada. Me moriría de ganas de decirte que te voy a echar de menos. Me moriría de ganas de preguntarte que haces, con quien hablas, si eres feliz, que tiene ella que no tenga yo. No se. A decir verdad, dicen que no hay nada mas bonito que alegrarte por la felicidad de aquella persona que un día te proporcionó la tuya, pero es que solo pensarlo, no puedo.

Aunque pensándolo bien, nunca estaríamos tan lejos, piensa que siempre estaríamos mirando la misma Luna. 
Ahora bien, si lo que quieres es quedarte, que permanezcamos aquí, te propongo un trato. Quédate y hagamos momentos especiales. Porque la vida está llena de momentos. Tu eres quien decide. Puedes hacerlos únicos, o simplemente vagos recuerdos. 

¿Hay trato?